Reino Unido (II): Escapada a Bletchley Park, Birmingham y Manchester

 

Hoy el post lo dedicaré a contar nuestra pequeña escapada de Semana Santa. Los últimos días de marzo, el fin de semana del 28, 29 y 30, los pasamos fuera de Londres. Llevábamos bastante tiempo planeando un pequeño viaje por otras ciudades del país, y teníamos varias cosas que celebrar; las más importantes, el final de mi etapa en Wagamama y la obtención de Sara de un puesto fijo como Teaching Assistant en el Merton Park Primary School.

La tarde del viernes 27 fue mi último turno en el restaurante y, tras unas cervezas de despedida con los compañeros y una noche de descanso, nos pusimos en marcha la mañana del sábado.

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Bletchley

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Tras levantarnos bien pronto el sábado por la mañana, pusimos rumbo hacia Euston Station, donde íbamos a coger el tren con destino a Bletchley, un pequeño pueblo ubicado a unos 80 Km al norte de Londres.

Bletchley Park fue uno de los secretos mejor guardados durante la Segunda Guerra Mundial, pues fue aquí donde los británicos dedicaron sus esfuerzos a decodificar los códigos secretos generados por las máquinas Enigma y Lorenz, que los nazis utilizaban en sus comunicaciones. Hoy en día, Bletchley Park se ha convertido en un museo nacional, donde los visitantes pueden explorar las antiguas instalaciones, que daban cobijo a unos 9,000 trabajadores entre militares, ingenieros, servicio de inteligencia y demás personal.

Bletchley park

Es aquí donde se ambienta The Imitation Game, película que narra el paso de Alan Turing por Bletchley Park, y de cómo éste trabajó en las máquinas que permitirían a los Aliados desencriptar los códigos nazis, y que resultarían ser los ancestros de nuestros ordenadores de hoy en día.

También en Bletchley Park, aunque operado por un Trust independiente pese a su relación con el resto de la historia de la base, se encuentra la razón principal de nuestra visita, el National Museum of Computing, un museo que repasa la historia de la computación desde sus inicios con las máquinas decodificadoras de Turing, Flowers y cía., hasta los ordenadores de nuestros días.

En el museo, disfrutamos de un tour guiado en el que se nos explicó la historia de cómo el servicio de inteligencia construyó las máquinas para crackear Lorenz y Enigma, en una impresionante muestra de ingeniería inversa. Tuvimos la oportunidad de ver en funcionamiento réplicas exactas de las Tunny machines y del Colossus, que fueron reproducidas hace unos años, cuando los expedientes secretos quedaron por fin desclasificados.

El resto del museo se encuentra repleto de cientos de ordenadores de todas las épocas, desde los primeros Mainframes (ordenadores inmensos utilizados por laboratorios y universidades), pasando por los primeros ordenadores personales, consolas de videojuegos de todas las épocas, hasta llegar a lo que conocemos hoy en día.

Bletchley Park, un lugar lleno de historia en el que un día entero no basta para descubrir todas sus historias y secretos. Sin duda volveremos pronto, pues la entrada que pagamos incluye una reentrada al parque válida por un año… o eso pone.

Tras nuestra visita al parque, y con un par de horas por delante hasta la salida de nuestro próximo tren, paseamos brevemente por el pequeño pueblo de Bletchley, ciertamente acogedor y considerablemente más barato que Londres. Deberíamos mudarnos? NO. El problema, se entiende, es que no ofrece demasiadas distracciones, a no ser que seas cliente VIP de los Coral y William Hill. Tanto Sara como yo estamos de acuerdo en que los altos precios de la capital bien valen los miles de eventos y rincones aguardando a ser descubiertos.


Birmingham

A las 20h del sábado nos pusimos en marcha desde la estación de Bletchley, y llegamos a Birmingham poco más de hora y media después. Bajamos del tren en la estación central de Birmingham. Tras una primera observación de la fauna local (y pensábamos que todos los locos viven en Londres… MAL!) nos dirigimos a nuestro hotel, que se encontraba en un pintoresco y antiguo barrio industrial justo a las afueras del centro de la ciudad. El hotel estaba bien, a pesar de la patrulla de policías que entró al hall, donde esperábamos nosotros y otras veinte personas a que nos atendiera la ÚNICA recepcionista. La habitación, si bien descuidando algunos detalles, era acogedora y tranquila, y bien valió las 20 libras por cabeza que pagamos. Al despertar por la mañana nuestras cosas seguían con nosotros, fiiiu!

A la mañana siguiente, pusimos rumbo al centro de Birmingham, donde exploramos la zona después de un buen desayuno. Lo más destacado de la ciudad es su enorme centro comercial, el Bull Ring, flanqueado por otras muchas calles llenas de comercios; uno puede perderse por sus cientos de tiendas y restaurantes. Los alrededores albergan además los monumentos más emblemáticos de la ciudad: la catedral, el ayuntamiento y la biblioteca.

La mañana se puso bastante ventosa y lluviosa, por lo que pasearse por la ciudad no resultó todo lo agradable que hubiéramos deseado. Hacia el mediodía la lluvia nos dio una pequeña tregua, por lo que aprovechamos para pasearnos por uno de los bonitos canales que cruzan la ciudad. La ciudad en sí está bien, aunque algo descuidada. Todo apunta a que los Brummies (gente de Birmingham) no son precisamente expertos en técnicas de marketing.

Tras la comida, un pequeño paseo por Chinatown, seguido de una merecida pausa para el café de la tarde, donde esperaríamos además la hora de coger el bus que nos llevaría a Manchester, reventados tras la caminata y la constante lluvia.

 


Manchester

A las 20h nos embarcamos en un Megabus, un enorme autobús de dos plantas que realiza trayectos entre las distintas ciudades del país por menos de 10 libras por persona. Cómodo, rápido y barato. ¡Incluso pudimos cargar nuestros móviles! Llegamos a Manchester alrededor de las 22.30h, donde nos pusimos en marcha hacia nuestro hotel. Por suerte, nos equivocamos de estación al bajar del autobús, error que resultó dejarnos casi 2 Km más cerca del hotel. La habitación, costando también 20 libras por persona, era moderna e impecable, con todas las comodidades.

El lunes salimos del hotel pronto por la mañana, disponiéndonos a visitar Manchester. Visitamos la catedral, el ayuntamiento y la inmensa biblioteca, en la que nos perdimos entre su enorme archivo interactivo, aprendiendo sobre la rica historia de la ciudad.

Siguiendo nuestro paseo, acabamos encontrando uno de los canales que rodea la ciudad (¡nos encanta pasear por los canales!) flanqueado por una zona industrial espectacular. Nos encontramos aquí con una simpática pareja de gansos, que trató de llamar nuestra atención esperando recibir algo de comer. Sucumbiendo a sus encantos acabamos por hacerles compañía durante un rato para darles algunas galletas.

Siguiendo nuestro camino llegamos al Manchester Museum of Science and Industry, donde entramos para conocer más del papel de la ciudad durante la Revolución Industrial. Tras una interesante visita al hall de aeronáutica y al hall principal, tuvimos que suspender el resto de la visita tras sonar la alarma de incendios. Aunque no vimos nada, se presentaron los bomberos y tuvimos que desalojar el edificio.

Llegó la hora de comer, y también la lluvia. Decidimos empezar a buscar Manchester Piccadilly Station desde donde, nuevamente a las 20h, cogeríamos el tren de vuelta a Londres. Pusimos rumbo hacia la estación pasando primero por Chinatown y Piccadilly Gardens, donde se encuentra The Wheel of Manchester, una hermana pequeña de nuestro London Eye. Cansados de las largas caminatas y de la incesante lluvia, descubrimos un servicio de minibuses shuttle que funciona gratis alrededor del centro de la ciudad. Decidimos subirnos a uno de estos autobuses y ver la ciudad sentados en su cálido y seco interior.

Alrededor de las 6 nos adentramos ya en la estación de Piccadilly, donde esperaríamos tranquilos a que llegara la hora de nuestro regreso a Londres. La máquina, un tren de alta velocidad que recorre los cerca de 350 Km que separan Manchester de Londres en aproximadamente dos horas.

Un viaje cortito pero intenso, que nos ha servido para “reconocer el terreno”. Nos quedamos con la sensación de que queda poco por descubrir en Birmingham, pero sin duda volveremos pronto a Bletchley para aprovechar nuestra reentrada. Manchester será también visita obligada cuando nos visite la familia, en especial el National Football Museum y los estadios del United y el City.